“En el campo no todos los años son buenos” pero, cuando hay bonanza, “una parte del excedente se colocaba en inversiones inmobiliarias, y las plazas preferidas eran las costas de Montevideo y Punta del Este”, dijo en El Mercado Agropecuario el director de la revista Propiedades y especialista en temas inmobiliarios Julio Villamide.
Expresó luego su “sensación” de que en los últimos años eso ha cambiado, “particularmente de 2004 a 2011, que son dos censos en donde tenemos información del Instituto Nacional de Estadística, porque allí hubo un crecimiento muy importante, muy superior al de la capital, de viviendas en alquiler en el Interior” del país.
Villamide manifestó que, “para hacer números redondos, en 2004 había unos 60.000 hogares arrendatarios en todo el Interior del país, y en este momento ya debe haber 130.000. Esas 50, 60, 70.000 viviendas nuevas que se volcaron al mercado de arrendamientos significaron una inversión de 5, 6, 7 mil millones de dólares, desperdigada en las capitales departamentales y en ciudades intermedias del Interior del país, que es allí donde se radican los núcleos más importantes de arrendatarios”.
“No tengo una evidencia física, pero 5 o 6 mil millones de dólares de inversión no surgen de la nada, tienen que surgir de una actividad que los genere durante muchos años. Y estamos hablando de años en los que los precios de los commodities estuvieron muy altos” y, por lo tanto, “la renta agropecuaria alcanzó niveles que hoy no tiene”, señaló.
Julio Villamide estimó en Carve que las viviendas construidas con el objetivo de arrendarlas han generado entre 7 y 8% de renta bruta anual en dólares y, en el caso de la compra de unidades ya construidas para ser ofrecidas en el mercado de alquileres, de entre 6 y 7% anual en dólares.